sábado, 17 de enero de 2009

Logotomía

Sucede algo bello. Y entonces alguien lo describe, como si fuese necesario para que los demás también lo vieran. 

Entonces oigo ecos:

¿Alguien más se dado cuenta de 
Magnífica la aportación de 
Sí, lo cierto es que

Y lo dicen para mostrarte todas esas posibilidades que tú obviaste por innecesarias o accesorias. Y te muestran el mundo que tú poseíste pero desechaste por puro desinterés, y te lo reciclan y te lo ponen delante de los ojos como si fuese algo nunca visto, como si fuesen ellos los dueños de esas palabras y tú sólo alguien que las acaricia de vez en cuando.

viernes, 16 de enero de 2009

Paredes

En la casa cada uno tenía su habitación, que era como uno mismo, con sus adornos y sus losas rotas y todas esas cosas. Todos sabían de la existencia de las losas rotas de la habitación del otro, porque entre ellos se contaban lo de las losas y además porque se veía, pues no se trataba tampoco de gente misteriosa y no les molestaba mantener la puerta abierta. El recuento de las losas rotas de cada habitación y los comentarios que vendrían al respecto: “Es que yo me trompiezo”  “Es que yo, aparte de trompezarme, sé que mi tía está enterrada justo debajo y me da miedo”, se hacía en las zonas comunes, que son comunes también a todas las casas normales. En un principio, ni en el salón ni en la cocina había losas rotas, y podría decirse que en esas zonas, que eran las visibles a todos los invitados, se vivía bien y sin trompezones.

Pero ocurría que a veces uno obligaba a otro a visitar su habitación, y le decía: “Mira mi losa. No, no, pero písala, pon el pie, quiero que sientas lo que yo siento” Y cuando el otro lo hacía, presionado por el uno, aparecía misteriosamente (ellos no sabían la razón) una losa rota en el salón, que más tarde y si la cosa se complicaba terminaría por aparecer también en la cocina y en los cuartos de baño.

También podía ocurrir de otro modo, aunque con los mismos resultados. A veces otro irrumpía sin permiso en la habitación de uno y le decía: “Bah, capaz de que tu tía Ana Gloria no esté enterrada aquí debajo, vayamos a comprobarlo” Y ante la sorpresa de uno, otro se acerca a la losa, profana la tumba y descubre que, o evidentemente ahí estaba la tía (inmóvil), o bien ahí debajo no quedaba constancia alguna de restos vitales, fósiles o cualquier cosa que se le asemejara a la tía Ana Gloria (ya fuera esto una baraja del Tarot o una cara de Bélmez), y cualquiera de estas dos posibilidades provocaría la misma reacción en el uno, que por generalizar se calificará como negativa (gritaba y se escuchaba, de cuando en cuando, la palabra “respeto”) y las mismas losas rotas en salón, cocina, aseos y terrazas.