En la casa cada uno tenía su habitación, que era como uno mismo, con sus adornos y sus losas rotas y todas esas cosas. Todos sabían de la existencia de las losas rotas de la habitación del otro, porque entre ellos se contaban lo de las losas y además porque se veía, pues no se trataba tampoco de gente misteriosa y no les molestaba mantener la puerta abierta. El recuento de las losas rotas de cada habitación y los comentarios que vendrían al respecto:
“Es que yo me trompiezo” “Es que yo, aparte de trompezarme, sé que mi tía está enterrada justo debajo y me da miedo”, se hacía en las zonas comunes, que son comunes también a todas las casas normales. En un principio, ni en el salón ni en la cocina había losas rotas, y podría decirse que en esas zonas, que eran las visibles a todos los invitados, se vivía bien y sin trompezones.
Pero ocurría que a veces uno obligaba a otro a visitar su habitación, y le decía: “Mira mi losa. No, no, pero písala, pon el pie, quiero que sientas lo que yo siento” Y cuando el otro lo hacía, presionado por el uno, aparecía misteriosamente (ellos no sabían la razón) una losa rota en el salón, que más tarde y si la cosa se complicaba terminaría por aparecer también en la cocina y en los cuartos de baño.
También podía ocurrir de otro modo, aunque con los mismos resultados. A veces otro irrumpía sin permiso en la habitación de uno y le decía: “Bah, capaz de que tu tía Ana Gloria no esté enterrada aquí debajo, vayamos a comprobarlo” Y ante la sorpresa de uno, otro se acerca a la losa, profana la tumba y descubre que, o evidentemente ahí estaba la tía (inmóvil), o bien ahí debajo no quedaba constancia alguna de restos vitales, fósiles o cualquier cosa que se le asemejara a la tía Ana Gloria (ya fuera esto una baraja del Tarot o una cara de Bélmez), y cualquiera de estas dos posibilidades provocaría la misma reacción en el uno, que por generalizar se calificará como negativa (gritaba y se escuchaba, de cuando en cuando, la palabra “respeto”) y las mismas losas rotas en salón, cocina, aseos y terrazas.