sábado, 27 de junio de 2009

, pero diré que

La queja de mi dualidad reside en que quiero que todo esté permitido pero al mismo tiempo lo critico ferozmente, como si quisiera deshacerme de ello. A veces me pregunto por qué critico, si no es para eliminar o prohibir lo que invalido (y bien sabe yo que no es eso lo que busco), y todavía no he encontrado una respuesta convincente (de hecho, ninguna respuesta a secas) a ese por qué, aunque sí he podido evidenciarme en algo: la alta capacidad para captar el fallo y observarlo, sin más, por simple y pura curiosidad.

Devuélveme la vida que me la has quitao

Me gustaría saber cómo haría un día para ser como todos los otros días si no estás tú. Como haría yo para sostenerme y para comunicarme si siempre estuviese sola y tuviese que.

No me gustaría saber cómo podría ser un día diferente, un día en el que tú no estuvieras y yo tuviese que reinventar mis gestos, aprender de nuevo a articular las palabras, porque se me ha olvidado cómo se vive y cómo moverme dentro de este mundo en el que tendrías que estar tú, que me enseñaste los gestos y la palabras y el movimiento de los ojos.

Ojalá nos quisiéramos siempre, como si fuera obligatorio.

miércoles, 10 de junio de 2009

Vista

Lo cierto es que nunca he sabido ser consciente de mis sentidos hasta el punto de saber describirlos, nunca he sabido describir un paisaje o un sabor, y no sé si es por incapacidad dialéctica o sensitiva. No sé si existe otra forma de describir un paisaje diferente a la de la publicidad, ni describo un sabor sin decir cosas como “es un regalo para el paladar” o “lo mejor que he probado en mi vida” (y por ello creo que no sé describir). Y ahora que empiezo a encontrarme vislumbro nuevas posibilidades, como que quizá yo no esté hecha para describir sentires o quizá para sentir.

martes, 9 de junio de 2009

Olores

Lo cierto es que no me apetece mirarte a los ojos. Quiero que duermas conmigo, quiero decirte que te quedes hasta que me duerma y que me des la mano. Quiero que se junten nuestras cabezas, y mirar tus pies o tus brazos o lo oscuro de las sábanas. Quiero saber que respiras aunque tengas los ojos cerrados, y hablarte mientras duermes, contarte que no quiero que te mueras nunca. Los ojos no sirven de nada en las distancias cortas, y para qué mirarnos si es mejor respirarse.