En el periodico habia un espacio reservado, llamado "La columna del loco", donde escribían los locos que todavía no estaban lo suficientemente locos como para no escribir, y donde escribían cosas locas. Una vez uno escribió: "La abeja maya llevaba mallotes". Y nada más, el resto de la columna en blanco, 300 palabras menos. La gente pensaba que eso no tenía mucho sentido, pero como era "la columna del loco" nadie le echaba mucha cuenta.
Otra vez otro escribió: No tengo nombre, pero actúo como si lo tuviera, y me contoneo, porque es lo que hacen los humanos, contonearse, para que
Miro atrás y veo sombras negras, y oigo ruidos, y veo a personas dentro de coches, como disfrazadas de animal carnívoro, ataviadas con el metal punt
Qué raros son los coches, esas esferas deslizantes, ese mecanismo automovilístico, esa maquinaria rara, esa burbuja de aire con personas dentro, ese disfraz de animal carnívoro. Ese puntito de flipamiento de estar participando de otra cosa que se mueve, ese puntito de miedo que sube la adrenalina y convierte a la vida en algo raro e intenso.