lunes, 24 de agosto de 2009

[]

A veces, a veces no lo notas. Que cuando estamos hablando levanto mis piernas, me las pellizco, tuerzo el ojo, me muerdo las manos, tiemblo, en definitiva. A veces no lo notas y si lo notas, no dices nada.

Yo no escucho el sonido de las olas. Yo escucho el sonido de las olas y pienso "estoy escuchando el sonido de las olas".

sábado, 22 de agosto de 2009

en verdad, no se qué te estoy diciendo

En el periodico habia un espacio reservado, llamado "La columna del loco", donde escribían los locos que todavía no estaban lo suficientemente locos como para no escribir, y donde escribían cosas locas. Una vez uno escribió: "La abeja maya llevaba mallotes". Y nada más, el resto de la columna en blanco, 300 palabras menos. La gente pensaba que eso no tenía mucho sentido, pero como era "la columna del loco" nadie le echaba mucha cuenta.

Otra vez otro escribió: No tengo nombre, pero actúo como si lo tuviera, y me contoneo, porque es lo que hacen los humanos, contonearse, para que

Miro atrás y veo sombras negras, y oigo ruidos, y veo a personas dentro de coches, como disfrazadas de animal carnívoro, ataviadas con el metal punt

Qué raros son los coches, esas esferas deslizantes, ese mecanismo automovilístico, esa maquinaria rara, esa burbuja de aire con personas dentro, ese disfraz de animal carnívoro. Ese puntito de flipamiento de estar participando de otra cosa que se mueve, ese puntito de miedo que sube la adrenalina y convierte a la vida en algo raro e intenso.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Digamos que fue difícilmente insuperable

Qué decir de la conferencia, sino que fue un discurso aburrido, hostil, cargado de tensión, de palabras sin ganchos a los que asirse. Predestinado al fracaso.

De vez en cuando había problemas de sonido. Lo normal cuando hay problemas de sonido (y no hay ambiente de tensión) es que la gente aprovecha para hablar o para reírse o para moverse más de lo permitido, hasta que se soluciona el problema y vuelven a ocupar sus asientos, distendidos . Pero en este caso ocurre que cuando había problemas con los micrófonos, la gente se quedaba pegada en el asiento, no ladeaba la cabeza ni removía los labios. En fin, que el ambiente era un poco raro, como de gente con mucho poder o con mucha maldad o con algo así.