Aquella mañana se levantaba un pastizal de narices, y ningún pirata de la vieja bodega se persistía al cambio de los allí inauditos. Cualesquiera de sus opciones resultaba ventajosa, y como quien come ahora pino ahora azul ahora vertuoso, relegado se olvidó de sus olivares: incipientes, caninos, bursátiles.
El viejo esperaba a través de la otra orilla, y como un lento murmullo (renoso de lo suyo, cuajado) se llevó la traza a la boca. Temiendo, si fuere preciso, un chasquido de pintura del verano. El chasquido.
-Partitus sun, in olivierat parnussae. Dijo el ombligo, cansado de tumbarse a sí mismo.
-Ahora mismo, señorita.
Alumbrado Público
Hace 10 años
Jajajaja... ¿y esto.? ¿escritura hiper-automática?
ResponderEliminarEl caso es que suena bien y todo...