No podré sentir el dolor porque la razón me dice: ¿Quién eres tú para ponerte ahora a sufrir, cuando antes, muchas otras veces, fuiste tú el castigador? Tengo miedo, también, de que la comprensión me lleve a la inocuidad, a ser inofensiva. Yo no quiero comprenderme a mí misma, porque entonces me perdonaría una y otra vez. Y todavía no he aprendido que soy yo la que tengo que infligirme y la que tiene que sufrir, y que tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda, tus manos no deben comprenderse ni perdonarse, tus manos deben ser dos manos independientes. Mis manos, pero dos.
No hay derecho a esta izquierda.
Gran reflexión, pero te tiene que haber dolido, esto es lo que yo llamo una buena catarsis
ResponderEliminarUn saludo