Es el pensamiento típico de los niños de imaginarse a los juguetes haciendo trastadas por la noche. Los niños creerse que en cuanto se dieran la vuelta, a sus espaldas el mundo iba a girar de una forma distinta, a moverse diferente, a saltar sus reglas. El niño imaginaba que, cuando él no miraba, el mundo se convertía en otro. Cerraba los ojos y se dejaba “traicionar” por el mundo, para bien o para mal. Y se levantaban los juguetes, y andaban las camas. Cuando abría los ojos, todo volvía a estar como estaba antes.
Y es que es difícil acostumbrarse, aunque lo vamos haciendo, a las “leyes de la física”
Alumbrado Público
Hace 10 años