domingo, 30 de noviembre de 2008

El caso de la enana de coso

Un guapo se lía con una enana. La enana era peculiar, eso sí, parecida a una enana de circo. Histérica, soez, puerca. El hombre le dice (se lo dice sin mala intención, oye, y con un poco de picardía, pero también con algo de soberbia, sí), bueno, le dice, después del beso:

-Oye, a ver si te vas a enamorar de mí... (y le sonríe, porque está convencido de que con las sonrisas se mueven mundos, en fin, que el tío era un romántico)

-Soy enana y guardo cierto parecido con Repu la cerda (la enana, que tenía mucha chispa, esto le dice), pero tú no te acuerdas de todas las otras a las que has besado, en la noche. Y de mí, sin embargo, sí te acuerdas. Estoy impresa en tu retina, habito en tus sueños. Y cuando al verme, siempre, vienes a mí, como si no te importara porque soy enana e insignificante, vienes creyendo que todo esto no te afecta. Pero siempre estuviste afectado, y lo sabes. Y también sabes que soy especial para ti, aun siendo enana, o quizá precisamente por eso.

El hombre, alto, distinguido, no le contestó. Porque, en realidad, la enana no habría podido pronunciar estas palabras, aunque llevara toda su vida sabiéndolas, y sabiendo que los demás las sentían, pero no las sabían. Y total, la enana tampoco estaba para mostrarle el mundo, su mundo, a los hombres, pues le entristecía que ellos no pudieran verlo por sí mismos.

Así que la enana, repugnancia común, le devolvió la sonrisa y el beso, porque a la enana no había cosa que más le gustara en el mundo que sonreír y besar, acciones éstas que ella cargaba de significado y de relación, así que puede que, en cierto modo, sí que pronunciara aquellas palabras. (Pero esto sólo lo sabemos ella y tú).

Moriré ahogada, si no hago nada, si no hago nada.

Hoy he descubierto, a raíz de lo sucedido ayer, cuánto me entristece la violencia. No la potencia, ni la fuerza, ni el exceso, ni lo tenso ni lo intenso, ni el arrebato. La violencia (este término, otro de los tantos que deberían volver a pasar por el proceso de redefinición semántica).

Tuve un altercado con un taxista gilipollas. Lo conocí, supe quién era, cuando durante el trayecto oí cómo bajaba automáticamente los seguros de las puertas ("No me voy a tirar, ni voy a abrir para irme corriendo sin pagar", pensé en decirle, pero instintivamente no lo hice). También golía su incomprensión, su intolerancia, su falta de respeto y humanidad mientras hablábamos, reíamos, mi acompañante y yo.

Me olvidé la gorra dentro. Y ahora me molesta haberle dejado algo mío a ese desviado, a ese enfermo que nunca sabrá besar, a ese que me separa cada vez más del mundo, que termina por deshacer el nudo que nos mantenía apretados. Y ahora, con garra y sin nudo, con nada y sin gorra, siento más que nunca la tristeza y padezco el profundo ahogo de la soledad.

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¿Te da miedo?

¿Pero tú has sentido el miedo alguna vez? ¿Lo has sentido?
Si lo hubieras sentido, ni siquiera podrías hablarme.

Estarías temblando.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Petición

La posibilidad, ¡el todo!

Soy especial. 
Dependiendo para quién, en qué momento, en qué sitio, si hablamos de la fantasía o de la realidad, si hay o no comparación con otro alguien (y quién es ese alguien).
Para mí, aquí y ahora (siempre, en la fantasía) tú eres especial.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Me asaltan las dudas



domingo, 23 de noviembre de 2008

Dios existe y habita en mi bazo

El problema, mi niño, es que la violencia llama a la violencia y la calma llama a la violencia.
Ya no saben guardarse la violencia dentro, hasta que ya se muere de sola y de vieja, de ineficaz, de desesperante vitalidad.

Dame un puñetazo en el estómago. Ayúdame.

Anhelo

Nada

o esos pámpanos blancos
que ardieron a destiempo
sobre la laxitud inmensa
de la inmóvil llanura.

Ignacio Infantes.

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Espero no llegar a comprender nunca (o peor, a convertirme en uno de ellos) el pensamiento excluyente de las personas. Que si esto y lo otro son, las astas no pueden ser. ¿Por qué esa necesidad de divergir, ese vivificador empeño por la separación? Espero la unión, el abrazo cálido, el seguro y fatal abrazo que, por fin, me sumirá en la completitud.

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Creo, y tú deberías creerlo también (por el bien común, vaya), que deberíamos establecer los límites semánticos del concepto de locura. Cercarlo, sin necesidad tampoco de que sus muros sean demasiado altos o demasiado poderosos (porque las ciudades tienen que poder ser invadidas, las fortalezas derribadas).

Sueño

Friego y refriego
me doy unas friegas
en el cuerpo y con la botella.
Y en el fragor del deseo
fregona.
Sucia, dura, roja.

¡Todo es verdad!

Mama / Mamá

En la fragoneta del amor estaba tu mástil, estaban mis bolas eróticas. Las dejé ahí, como el que se olvida una carpeta en casa del amigo y éste la abre, la ve, la toca, y hace con ella lo que quiere. Estaban mis bolas eróticas, pero yo no estaba. ¡Y tú abriste la carpeta! Es normal.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Puedes utilizar tu cabeza, estás en tu derecho

Y/o me llamo Gema, y/o me llamo María.

Asimismo, los otros a los unos

Alicia nos dijo, cuando era nuestra tutora y a mí todavía no me habían crecido las tetas, que "está mal" decir eso de querer en lugar de amar. Que querer implica posesión, tú quieres una playstation, una casa grande o un perro faldero; pero no puedes querer a alguien. Que a los álguienes se les debe amar.

Yo me quiero, porque soy mi única posesión.

Y esto, esto que estás leyendo tiene un nombre: redención.

Diálogo II

"Hola, mundo"

Eso me lo dijiste agachando la cabeza. No porque fueses tímido, mucho menos porque sintieses pesadumbre, muchísimo menos porque esperases castigo. La agachaste, así de simple, porque estabas encima, y yo, debajo.

Me sorprendió que me reconocieses, más todavía que me hubieses visto. Siempre me escondo muy al fondo, me arqueo y transformo bajo tus dominios.
Pero, ¡ay, qué fácil es ver cuando uno mira para abajo! Porque no es difícil mirarse y lo raro es no hacerlo.

También me dijiste "Eres libre de hacer lo que quieras, pero voy a matarte"

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Como todos ya sabemos, Chayanne, antes de proporcionarle un motivo de alegría a nuestras caderas con su báilame como quieras, báilame, se dedicaba a conjugar el verbo chorar. No es que fuese su única dedicación, eso por descontado: también se dedicaba, en los ratos libres de no-conjugación, a observar cómo la mierda de la cabra hacía sonar, al caer sobre ellas, las teclas del organillo con cuyas dorremí se ganaba no la vida, sino los leuros servibles para vivir (pues Chayanne, aunque conjugase el verbo chorar, nunca choró).

Nosotros, hoy, también vamos a conjugar una serie de tiempos verbales que a mi juicio son esenciales:

Del verbo trompezar (uno puede trompezarse con muchas cosas, incluidas cosas blandas):
Yo trompezaré
Tú trompezarás
Él trompezará
Nosotros trompezaremos
Vosotros trompezaréis
Ellos trompezarán.

Del verbo goler (todas las cosas blandas golen. El ser humano es muy blando, por eso a veces también puede llegar a trompezarse consigo mismo), pues hemos de admitirlo:
Yo golo
Tú goles
Él gole
Nosotros golemos
Vosotros goléis
Ellos golen.

Prohibido/Permitido (imagínese el lector una de las dos palabras según su condición única de fijar carteles)

Opino que en el arte todo debería estar permitido... Bueno, de hecho en el arte todo está permitido, lo que no está permitido es el arte.

Diálogo I

Sujeto 1:
Tío, ¿sabes lo que me pasó el otro día?

Sujeto 2:
Evidentemente, (imagínese el lector aquí escrito un o un no, según su interpretación marciana o fatalista de la realidad)

Sujeto 1 (el mismo 1 de antes):
Bueno, da igual... Pues mira, iba caminando, y en eso estaba, en caminar, (porque uno tiene que estar en lo que se hace), cuando, así, sin previo aviso, de repente y (imagínese el lector aquí escrito un con o un sin, según su interpretación marciana o fatalista de la realidad) motivo, me trompecé con una mierda.

Sujeto 2 (el mismo 2 de antes, no se pierdan):
Ya, deberían poner carteles.

NOTA: El Sujeto 2 no es tan tonto como parece.
OTRA NOTA: Las notas pueden estar o no equivocadas, y es algo que me veo en obligación de recordar.

Eran uno, dos y tres... Era uno.

Si tomamos como verdad que "El amor de Dartacán es para Julieta" y yo pronuncio las aladas palabras de "El amor de Dartacán es para mí, faltaría más", éstas pueden significar:

Que opino que el amor de Dartacán no debería de ser para Julieta (que es una perra olorosamente canina con ínfulas de coquerta sin estilo para las redundancias concatenantes) o bien, opción más arriesgada ésta, que yo soy Julieta.

La más guapa del reino soy yo

Los espejitos sirven para mirarse el chochi. Esto (el mirar el chochi propio) es una recomendación de todo sexólogo digno de su título (e indigno de todo lo demás).

Pero en realidad los espejitos sólo le sirven al ciego de corazón, carente de espejos mentales, incapaz de verse a sí mismo.

¿Dónde estoy?

Si quieres encontrarme, busca una botija.
Yo estaré dentro, peyéndome.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Llegar (que es lo mismo que haber llegado, e incluso que habiendo llegado)

Todas esas cosas se crearon de forma tan rápida e impulsiva, de forma tan poética, tan deliberadamente literaria... Que precisamente por eso carecen de valor, porque se crearon y no se están creando. Y toda representación de lo que ya ha sido representado con anterioridad (aunque solo haya sido en la mente de uno) es triste, desasosiega y lo lanza a uno a la adaptación, piénsese de esto lo que se quiera (o lo que se pueda).