martes, 17 de mayo de 2011

Ocurre a veces que el miedo obedece a su sueño.

Se oyen pasos en la otra azotea, pero no estamos comunicados, porque nadie (si es que hay alguien) se levanta.

Encerrada en el laberinto de espejos, todo es lucha, pienso.
Todavía le tengo miedo a la muerte.

Hay un diablo mitad negro mitad blanco. Cuando logro matarla vestido de araña, todavía quedan sus sombras. Cuando despierto (si acaso lo hago), veo la mitad reflejándose en un espejo, porque sólo puedo abrir un ojo.

¿Qué tiempo hace?
Está nublado, y de vez en cuando aparece el sol. También hace viento.

Siempre decimos. La gente siempre dice que “el tiempo está loco”, y el tiempo está sobre nuestras cabezas.

Al endiosarme, no encuentro a mi dios.

Es tan paradójico y sublime ser dueño de algo.