miércoles, 1 de julio de 2009

La vida es así y yo intento pintarla, pero ni por esas

Los padres llevan al niño al circo y pueden disfrutar del espectáculo, pero no miran a los elefantes. Al menos no como los mira el niño, que es con toda la atención. El adulto simplemente, si eso, ve a los a los animales y luego, si eso, dice algo sobre el maltrato animal o lo bizarro que parece un señor con látigo enfrentándose a unos leones. Los niños odian a los payasos, no sé cómo nadie se ha dado cuenta de eso todavía. El niño odia a un humano que se disfraza de una cosa para aparentar no ser humano, y que anda raro y hace gestos estudiados que no son graciosos. Pero el elefante y los leones, eso es otra cosa. El niño es el admirador mayor del mundo, en cuanto a su capacidad de atención hacia todo lo que es natural: la hilera de hormigas sobre las losas de la calle, los bichos bola, las mariquitas redondas o alargadas, los piojos, las moscas, los gusanos...

1 comentario:

  1. Yo de pequeñito, cuando iba al circo, en cuanto que veia la jaula de los leones, se me ponía un nudo terrible en el estómago y no respiraba tranquilo hasta que el último leon se había marchado por el túnel ese.... ¡Que miedo pasaba...!

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