jueves, 7 de enero de 2010

Sobre niños que juegan a buscar la cápsula del tiempo de 1937 antes de tiempo y son castigados

Sobre la cápsula del tiempo. Lo mágico es que el que hace la caja del tiempo tenga una intención comunicativa secreta, y que el destinatario (que es desconocido, acaso inexistente) tropiece con esa intención (tesoro). Con los años se estudió el concepto de ese tipo de comunicación, y se le llamó cápsulas del tiempo, y proliferan organismos (demasiado teatrales, -demasiado papel-) que regulan el tema de las cápsulas del tiempo. Y dicen: Hoy, viernes 28 de diciembre, hemos preparado una cápsula del tiempo, construida con una aleación de hierro y níquel, que será desenterrada el año tal. ¡Hasta establecen el año de apertura! Entonces, más que una comunicación secreta, es una comunicación suspendida.

Se me ocurre que eso les asegura una fecha en algún libro de historia. Un dato, un resultado. Una recompensa. Y por eso escriben la historia antes de tiempo: “En el año 1937 ha sido enterrada una cápsula del tiempo en tales coordenadas. Todo el mundo conoce de su existencia, pero permanecerá enterrada por orden judicial hasta el año 8 mil y tantos, fecha en la que los organismos pertinentes efectuarán su apertura”, para la que deberían, aunque esto ya depende de sus costumbres futuras, convocar algún tipo de suceso festivo: a saber, referéndums, memorándums, conferencias, galas de cualquier índole. ¡Quedan 112 días para la apertura de caja! Dirán a través de un lenguaje, de un canal, de unos moldes ahora desconocidos, los “humanos” del futuro.

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