viernes, 29 de enero de 2010

No soy pesimista, soy realista

Justo entonces Hender me dijo, con la sordera típica de los triunfantes, que me iba a regalar ese bolígrafo de dos colores suyo del que yo me había encaprichado. Llevaba toda una semana haciéndole comentarios acerca del bolígrafo, en tono de broma, del tipo te lo tenía que haber robado en cuanto lo vi. Y él se reía y me decía que me callase, y yo me reía y repetía la broma a cada rato, obteniendo siempre la misma respuesta (si es que acaso a eso podía llamársele respuesta) de su parte. Ahora ha leído este texto y me ha preguntado qué es eso de la sordera típica de los triunfantes. Yo respondo que es cuando alguien dice algo y queda muy bien, y siguientemente se le nota henchido de soberbia y mueve mucho la cabeza y los ojos como haciendo que escucha a todo el mundo pero sin escuchar en realidad a nadie. Eso no le ha gustado nada, y es por esa razón por la que he evitado contárselo y al final le he dado una explicación diferente del término, algo así como que la gente triunfal padece sordera por la ovación de su público. No sé si le he convencido.

Todo tiene mucho de omnipresente.

Me contaron que dios estaba en todas partes. ¿En todas partes, incluso en esta silla? Pues mira lo que hago, y acto mismo me sentaba en la silla, como “aplastando” a Dios. En ese acto se unían la rebeldía de querer ocupar Su trono y la imaginación lujuriosa de que sus varias piernas seguían debajo de mis posaderas, palimpsesto existencial.

No es que el realismo sea imposible en la literatura, porque en cierta forma y con ciertos métodos se me ocurre que sí se podría representar un discurso de la realidad. Pero ocurre que lo que tradicionalmente se ha clasificado como “realismo” no refleja la realidad, porque la realidad es fragmentaria, superpuesta, palimpsestaria. ¿Cómo reflejar un momento en el que dos personas discuten, por ejemplo, sin dejar escapar un ápice de significación? Sin poder representar cómo hablan a la vez, sus gestos, sus fallos, lo que significan esos gestos y esos fallos. Cómo retratar los diferentes puntos de vista, retratarlos simplemente, que quede constancia de todos. Un retrato de la realidad, de la totalidad, implicaría estar fuera de la totalidad. ¿Y acaso existe, o conocemos, algo que esté fuera de ella? Se me ocurre que no se puede retratar la realidad desde la realidad, porque la realidad también incluye el espacio en que se encuentra el retratista, y para el propio retratista, ese espacio es in-mostrable.

La imagen de la realidad es una imagen infinita. El retrato que muestra el retrato que muestra el retrato que muestra el teatro. Como hasta ahora representar físicamente el infinito es imposible, sería también imposible el retrato de la realidad.

No, me dices. El realismo no es retratar la realidad [al escribir eso, escribí "se" en lugar de "es"]. Sino retratar de forma realista una porción de mundo o de momento o de concepto. Porque lo real no es todo, me dices también. Lo real puede ser sólo una parte. De acuerdo, así que escoges un momento, una línea de pensamiento, y a ella la retratas, la retratas de forma realista. ¿Qué es de forma realista? Supongo que es una forma objetiva y cruda de la realidad. ¿Pero entonces cuál es el valor de la realidad? ¿Objetividad, frialdad? No le llamemos realismo entonces. Llamémosle “objetivismo”. (Una parte puede ser real, pero lo real no es la parte).

La literatura realista, entonces, no retrata la realidad. La literatura realista retrata de forma realista, realísticamente una porción (y el hecho de escoger una porción ya es un hecho bastante subjetivo, porque… ¿Por qué esa porción y no otra?) de la realidad.

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