domingo, 6 de junio de 2010

Soy depositaria de un nombre compuesto: María Gema.
A mi padre le gustaba el nombre de Gema, pero mi madre añadió el María porque ella no estaba muy convencida del Gema, y así podría llamarme del otro modo.
No recuerdo que nadie me llamara María, a excepción de mi tía María Jesús, que de vez en cuando me llamaba “Mari” (aunque de esto no estoy muy segura). También me llamaba “Mari”, creo recordar, un vecino que tenía mi abuela, llamado Francisco.
Francisco era hermano de Tania. Ambos tenían un collar de hilo negro con letras plateadas que formaban sus respectivos nombres. Yo siempre quise uno de esos collares y no sé por qué pero nunca lo tuve.
Cuando me presento ante alguien que me parece molesto me invento el nombre, y siempre digo que me llamo María o Rocío. Rocío es el nombre que mi madre habría deseado ponerme si no me hubiese llamado “María Gema”.

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